De una u otra manera el mundo católico vivió las
celebraciones de Semana Santa que concluyeron con la denominada Pascua de
Resurrección; este acontecimiento es el símbolo de cómo Jesús, luego de morir
en la cruz por nuestros pecados, venció gloriosamente a la muerte. Esta fiesta
es una oportunidad que nos da el Señor para corregir nuestros errores; ser
mejores personas para caminar sobre el camino del bien; saber que Dios nos ama
y por esa razón nos perdona.
Celebrar la Pascua no es ritual de un solo domingo. La real
alegría de los cristianos está en comprender que cada día Dios resucita en
nuestros corazones para vencer la tristeza, el odio, el rencor. La mejor
demostración de un espíritu convencido de esta realidad es la constante alegría
que comparte con los demás. Así que a pesar de las diversiones y las fiestas
abrileñas que se aproximan, no olvidemos la gran oportunidad que nos regala
Dios para remendar lo que hicimos mal y poder mejorar cada día como
estudiantes, hijas, hermanas y cristianas. (Redacción: Analía Defranc)
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