Luego de cuatro días de Adoración
al Santísimo Sacramento del Altar, en la Capilla de San José, despedimos con fe
y amor la presencia viva de Jesucristo que ha acompañado a nuestro plantel
durante esta semana. A las 12h30, toda la comunidad educativa se reunió para
orar por las intenciones generales, por las necesidades individuales y
sobretodo para decir:
¡Oh Jesús de mi alma, encanto
único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso,
como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti
quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de
la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu
presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo
sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad,
turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo
y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás,
Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el
desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora
que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo
huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y
esperaré en Ti.
Jesús bueno, dulce y regalado
padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los
hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su
garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero,
aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.
No temas que te abandone, cuando
más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás...
Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que
te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré
las tempestades.
Jesús, mío, dame humildad,
paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las
virtudes vendrán en pos del amor.
Te ruego por los que amo... Tú
los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad.
Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que
padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te
ofendan y lloren sus extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor,
más tierno que una madre.
Y a mí, que te acompaño cuando te
abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el
cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado
con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y
obtener el apetecido triunfo.
Adiós, Jesús de mi alma salgo de
tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré
pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. Oh Jesús, que deseo ser tuyo.
Amén.
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