Con el lema: “La misión, Corazón de
la fe cristiana”, iniciamos el Mes Misionero. La misión de la Iglesia es llevar
el Evangelio a todo el mundo. Llamamos “las misiones” a los territorios donde
esa misión está comenzando y por eso es necesaria la ayuda personal de los
misioneros y la ayuda económica de la Iglesia universal.
La misión de la Iglesia no es la
propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética
sublime. Muchos movimientos del mundo saben proponer grandes ideales o
expresiones éticas sublimes. A través de la misión de la Iglesia, Jesucristo
sigue evangelizando y actuando; a través del anuncio del Evangelio, Jesús se
convierte de nuevo en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con
fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado
que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra. «Su
resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado
el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer
los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable» (Exhort. ap. Evangelii
gaudium, 276).
Bajo estos preceptos, nuestra
unidad educativa, guiados por el Área de Pastoral y su coordinadora, Hna.
Juanita López, se une hoy a la oración,
el sacrificio, la ofrenda económica para las misiones y la celebración; actos
que durante este mes fortalecerán nuestra espiritualidad católica y que pretende
ser testimonio de nuestra fe.
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