Querida
Familia Marianita:
Hoy es un gran día para todos y cada uno de nosotros; estamos en
Semana Santa, en el inicio de la Semana Mayor; me permito invitarles para un
alto en el camino y por esta única semana no planear vacaciones, puede que esté
bien, lo malo es que no nos acordamos que es feriado justamente porque tiene un
significado especial que va más allá de ver como la pasamos bien este fin de
semana.
La Semana Santa es una oportunidad para reflexionar sobre el corazón
de la vida cristiana: la caridad, según nos propone el Santo Padre, que, a
propósito, nos deja un texto bíblico que dice: Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras. En nuestro camino, por supuesto
la caridad debe ir precedida y acompañada de la oración, del recurso al
sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía. Solo así tendremos las
fuerzas necesarias para ayudar a Jesús a llevar su cruz y acompañarle junto con
María hasta el Calvario.
Querida familia, llegó la fecha más importante en el calendario litúrgico
católico: Semana Santa, es coherente que la practiquemos activamente y la
manera de lograrlo es involucrando a toda la familia. Es un período de tiempo
lleno de diferentes celebraciones y bastante simbolismo, que podría ser la
oportunidad para retomar el camino a nuestra realización espiritual. Se trata,
entre otros sucesos, de la entrega y muerte de Jesús, del sacrificio máximo por
amor, de la traición de un amigo cercano, del sufrimiento de su madre, y luego
de la tan esperada Resurrección.
Este acto de amor inició ayer Domingo de Ramos, cuando recordamos que
Jesús entró triunfante a Jerusalén y fue recibido como Mesías. Es un día alegre
y triste a la vez, porque pese a ser recibido en Jerusalén como un rey, se
acerca su muerte. Por ello el rojo es el color que los sacerdotes llevaron
ayer, el color real y el de la sangre de Cristo.
Compañeros, compañeras, queridos jóvenes. Infórmense en su iglesia a
qué hora serán las celebraciones. Acudan temprano para observar lo que se lleva
a cabo. En ele caso de los padres y madres, infórmense como católicos. Sus
hijos e hijas les llenarán de preguntas y es bueno tener las respuestas a la
mano. Cuenten los sucesos bíblicos como historias de salvación, lean la Biblia
durante estos días.
Participemos activamente. En algunas iglesias, por ejemplo, el Jueves
Santo –día en el que se recuerda la institución de la Eucaristía- los
sacerdotes lavan los pies de 12 ‘apóstoles’, para recordar la humildad de
Jesús. Habla con tu párroco y ofrécete como voluntario para ser uno de estos
apóstoles. Esto tendrá un gran impacto sobre tus hijos e hijas y querrán saber
más sobre ese día.
Hagamos un Vía Crucis o participemos de alguno que ya esté organizado.
Dibuja con tus hijos cada estación y conversen sobre ellas mientras lo hacen.
Pueden realizar uno en el jardín de la casa con toda la familia y ponerse de
acuerdo con los vecinos. Semana Santa es para vivirla en comunidad. Utilicen
velas y canciones. Acércate a tu párroco para obtener material sobre el tema.
El sábado recordemos el dolor de María. Puedes recordar a tus hijos e
hijas el gran amor que les tienes y lo importantes que son en tu vida. Busca
canciones sobre ella y escúchenlas juntas. Tengan un momento de reflexión sobre
ella, pueden ver una película sobre el tema. Ese día, fomenta en tu hogar un
ambiente de serenidad y reflexión. Pídeles que mantengan los volúmenes bajos.
Recemos el Santo Rosario en familia. Cada miembro puede hacerse cargo de un
Misterio.
Asistamos y participemos en la misa de Vigilia Pascual el sábado por
la noche, si no, a la misa el Domingo. Tengan un banquete en la sencillez de tu
hogar con toda la familia, que todos- todas en casa sientan la felicidad de la
Resurrección, la felicidad de la Pascua y todos verdaderamente renovados
sigamos en nuestro camino de Evangelización.
Área de Formación Religiosa - U. E. Santa Mariana de Jesús
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