La muerte despierta
la tristeza en los corazones, es un encuentro con la meditación, lo finito de
la existencia, lo innecesario de las conquistas materiales. La muerte es la
única de las certezas humanas y a la que menos volvemos la mirada sabiendo que ella
aguarda en cualquier esquina o bajo cualquier farola.
Pero la muerte no
es dolorosa cuando atrás de ella queda una vida de entrega y dedicación para el
prójimo. Cuántos seres humanos parten tristemente sin dejar una huella de amor
o de ternura; mas, cuando un hombre bueno nos abandona deja sembrada la certeza
que aún en el mundo hay esperanza. Las manos donadas al servicio de Dios y de
la humanidad, los corazones generosos que alegran vidas ajenas y plantan para
que otros cosechen son la razón por la que
el Creador aún confía en el ser humano. Todo esto significó y significará el Padre
Alfonso Chávez Salazar, S.J. quien desde su apostolado propagó el evangelio,
fue luz para muchas oscuridades y consuelo para tantas nostalgias.
En la ciudad de
Quito, el 30 de mayo de 2018, se ha ido un amigo, ha partido un religioso
ejemplar, un hombre noble, pero queda su ejemplo para presentes y ulteriores
generaciones.
La unidad educativa
Santa Mariana de Jesús agradece a Dios por la bendición de haber contado por muchos
años con el acompañamiento y la guía de
una vida
¡Hasta siempre Padre
Alfonso¡
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